jueves, 18 de julio de 2013

UN FUTURO SIN PASADO

Es lo que tiene la modernidad: Si algo no sirve, se tira y a otra cosa.
Posiblemente esa ha sido una más de las causas que nos han llevado a estar como estamos. Y parece que no hemos aprendido nada.
Es curioso ver qué rápido se olvidan las cuatro “R” que tanto se enseñan a los niños en colegios e institutos: Reducir, Recuperar, Reutilizar, Reciclar. Eso está muy bien para la teoría. En la práctica, esos mismos gobernantes que tanto insisten en que se impartan clases de ética, ciudadanía o como quiera llamarlo el gobierno de turno, se pasan las erres por donde les parece. (“Haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga…”).
A continuación del derribo, el preboste planificará una nueva obra; a mayor gloria suya y de su equipo, contratará a un arquitecto de prestigio, gastará nosecuantos millones, y cuando se inaugure, pondrá en la placa que “esta magna obra se acabó en tal fecha, por el preboste D. Fulanito de Tal”, olvidando que el dispendio lo hemos pagado entre todos.
Pocas veces veremos algo así como que “Esta obra se hizo gracias al esfuerzo colectivo”. Y todavía estoy por ver alguna en la que diga que “Aquí hubo un magnífico edificio demolido por el preboste D. Fulanito de Tal, que mandó construir esta birria de edificio, pagado con el dinero de todos”.
Si acaso, nos recordarán que “Esta obra se pagó gracias a los Fondos Europeos, del Gobierno tal o del Gobierno cual”, como favor que nos hacen y pretendiendo convencernos de que esos fondos han salido de la nada, haciendo olvidar a casi todos que ya los habíamos pagado antes con nuestro IVA, IRPF y otros impuestos que se van inventando.
Toblerone, exterior - Foto: www.patrimonioandaluz.com
Lo del Toblerone de Almería ha sido algo parecido. Como si de una mala película de serie B se tratara, pretenden que la sociedad se vuelva amnésica, se olvide de su pasado y sólo mire un futuro sin criterio, lleno de colorines y de edificios emblemáticos firmados por famosísimos arquitectos.
Esos que han decidido la demolición (aprobada en el Plan General de Ordenación Urbana de Almería de 1998), no echan en cuenta que el Toblerone era ya un edificio singular, cuyo defecto era que no llevaba una firma prestigiosa y que se concibió como un humilde silo de mineral.

Toblerone, interior - Foto www.nmas1.wordpress.com
Seguramente se hubiera podido hacer algo más en los 15 años que han pasado desde que se aprobó su demolición hasta que se ha ejecutado, pero en casos como este es muy difícil luchar contra las Administraciones. Bastaba ver los telediarios de las distintas cadenas que se hicieron eco de la noticia para comprobar que a la mayoría de los entrevistados les parecía bien el derribo, convencidos de que así se eliminaba una barrera arquitectónica en la ciudad. La labor de zapa de estos años dio su fruto, aunque se les pasó informar a los ciudadanos que en ese solar se construirán cuatro edificios de doce plantas (si no quieres caldo, toma dos tazas), por lo que la pretendida barrera arquitectónica seguirá existiendo, perdiéndose definitivamente un espacio que podía haber sido público, destinado a usos sociales, culturales y recreativos (está por ver que dentro de unos años, si somos ricos otra vez, propongan la construcción de espacios de este tipo, presentando pomposamente maquetas y proyectos).
Proyecto de nuevos usos - Imagen: www.salvemoseltoblerone.org
La catástrofe patrimonial se ha consumado en un tiempo récord de 15 días (¡si se dieran tanta prisa para todo!). El derribo se ha ejecutado a pesar de los recursos interpuestos, es la fuerza de los hechos, cuando los recursos se resuelvan, ya no se podrá recuperar nada.
No obstante, lo sucedido debe servir como un toque de atención en el que vernos reflejados: Todo edificio industrial que no está debidamente protegido (y la protección legal no es una mera catalogación), puede ser impunemente derribado por el preboste de turno, nadie le pedirá explicaciones ni tendrá el porqué darlas, y si sabe hacerlo bien, hasta le pondrán una placa (o se la pondrá él mismo).
Bien visto, ahora que somos pobres tenemos algo a favor: no hay dinero para recuperar antiguos edificios, pero tampoco para derribarlos y construir uno nuevo en su lugar. Como venimos reclamando desde hace tiempo, lo que hay que procurar es que, al menos, se queden como están. Y mientras tanto, instar su protección legal, que eso no cuesta nada.

Imagen: www.patrimonioindustrialarquitectonico.blogspot.com
Hace diez años fui por primera vez a la ciudad de Almería. Visto desde la Alcazaba me llamó la atención el Toblerone, aunque no supe lo que era, pues nada se decía sobre él en las guías al uso. En 2008 fui por segunda vez y lo vi más de cerca, desde la estación de trenes; me pareció algo aún más extraño y ya sí averigüe de qué se trataba. En otros sitios había visto instalaciones parecidas, pero el aspecto futurista de éste resultaba especialmente singular.
El pasado mes de septiembre estuve otra vez por allí. Paseé varias veces a su alrededor y me contaron su historia, aunque siempre añadían que no sabían qué hacer con él, que se habían hecho muchas propuestas como centro cultural o deportivo, pero que nada. Y siempre se añadía la misma coletilla: “Con la crisis, no hay dinero…, y si nada se hizo con la lluvia de millones de los Juegos Mediterráneos, difícilmente se haga ahora”. La solución ya la conocemos.

Imagen del derribo - Foto MABlanco/ www.secretolivo.com
Con todo, Almería merece una visita. Quien vaya este verano por aquellas playas, que reserve unos días para conocer la ciudad y, además de pasear por sus calles y visitar la Alcazaba, la Catedral o los refugios de la Guerra Civil, que no se olvide de ver el Mercado de Abastos, el edificio de la antigua Estación de Ferrocarril, la Escalinata de Isabel II (en el puerto) y el Cable Inglés. Otro día contaremos su historia.  

Cable Inglés - Foto: www.roomsday.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario